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¡Cuántos de
nosotros no hemos escuchado esta máxima miles de veces desde niños!.
“Trata a los
demás como quieres que te traten a ti”, nos solían decir nuestros padres.
Esta “regla
de oro”, es un principio moral por excelencia que se ha mantenido desde milenios
en diferentes culturas.
Inclusive el
cristianismo lo ratifica en un texto bíblico muy conocido que dice: “Todas las
cosas que quisierais que los hombres hicieran con vosotros, así también hace
vosotros con ellos.”
También el
sabio Confucio dijo alguna vez: “No hagas a otro lo que no te gustaría que te
hicieran….”
Esta regla de oro humanista del comportamiento y de las buenas relaciones interpersonales, contiene
un principio moral simple: el respeto.
Incluye, asimismo, una escala de valores, la cual coloca a la coherencia en un punto muy alto.
Incluye, asimismo, una escala de valores, la cual coloca a la coherencia en un punto muy alto.
Coherencia entre el trato que uno requiere de los demás y
el trato que uno está dispuesto a dar a los demás.
¿Somos coherentes entre lo que requiero para mí
y lo que yo doy ? Es decir, entre lo que exijo y doy?
En este tema
debemos ser sinceros.
Tal como lo
escribió algunas vez el psicólogo argentino Juan Emilio Brault , hoy en día,
las relaciones interpersonales están contaminadas por la excesiva desconfianza,
por el cálculo, por la competencia salvaje de la cual no escapa ni la propia familia. También están dominadas por el utilitarismo, ¿eres o somos beneficiosos, representamos alguna utilidad para otros y otros representan alguna utilidad para nosotros?.
Esta
desconfianza,nos ha sumergido muchas veces en un modelo autocrático,
que tergiversa todo, hasta el punto que llegamos a “tratar a los demás como a mí
no me gustaría que me trataran”,rompiendo la regla de oro humanista, de
equidad, que titula esta nota.
¿Por qué no tratamos a los otros como nos gustaría
que nos trataran, es decir, con respeto, sin violencia, con reconocimiento de
lo que somos, sin discriminación?
De acuerdo
al autor Mario Borghino, autor del clásico: El Nuevo Paradigma del Liderazgo, la causa esta en la educación.
La educación que recibimos muchas veces nos refuerza en nuestras mentes algunos paradigmas equivocados que provocan conductas que rayan en la falta de consideración a los demás.
La educación que recibimos muchas veces nos refuerza en nuestras mentes algunos paradigmas equivocados que provocan conductas que rayan en la falta de consideración a los demás.
Entre estos paradigmas destacamos los
siguientes:
Tenemos la
falsa idea que mi razón es mejor que tu razón,
sobre todo si yo soy jefe, o tengo mas posición, o soy especialista, o mas poder, o quizás tengo cierta nacionalidad
o pertenezco a un determinado sexo.
Hemos sido
educados creyendo que nuestra experiencia es determinante y que ella nos da más
inteligencia. (Según Borghino, la
experiencia solo nos da más sentido común en el mejor de los casos)
Por último, venimos
de un paradigma que cree que la presión y el control es el único medio de hacer
responder a la gente. Entonces, ejercemos excesiva presión y control, porque
creemos que es lo correcto.
Ser tratados bien,recibir ayuda,que nos reconozcan nuestro valor, es una aspiración común de todos,incluyendo
hasta los más grandes explotadores y dictadores.
El consejo es que seamos sabios. Auditemos la salud de nuestras relaciones interpersonales y nos
auto-preguntemos: ¿Por qué muchas veces trato a los demás con una conducta que a veces raya en la falta
de consideración a la integridad de las personas?
¿Por que desestimo las ideas de los demás y algunas veces busco ridiculizar a otro,incluyendo hasta un ser querido?
Revisemos
nuestros paradigmas mentales sin miedo y asumamos cambios para el rescate de esta regla de oro de
la conducta humanista que nos favorece como personas, si la aplicamos como debe ser.