lunes, 3 de julio de 2023

¿Por qué la muerte de una mascota puede doler como la de un familiar?

 

   By Belkis Moreno    IT@produsegval 

¿Has vivido la tristeza de la muerte de una mascota que amaste como un hijo/a?   Quizás tu respuesta sea un "sí" gigante y estruendoso.  Quizás tus ojos se inundaron de lágrimas. 

Todo es posible, cuando recordamos aquel  "compañero/a"  que estuvo con nosotros en la vida terrenal y dejo imborrables huellas.

Huellas que duelen porque extrañamos su presencia de muchas maneras.

Igual que sucede con la perdida física de nuestros familiares y amigos, asimismo, pasa con nuestras mascotas.

Sucede que,  con nuestras mascotas convivimos de tal forma, con tanta intimidad y proximidad, que nos convertimos en padres/madres de ese ser que llego quizás por casualidad a nuestras vidas.  ¡Uf!

De ese ser que cuidamos desde pequeñitos, que, al igual que a nuestros hijos, llevamos al médico; le compramos medicinas; le damos gustos; contamos a nuestros compañeros de trabajo sus travesuras; sufrimos si se enferma... ¡y pare de contar!  

La  muerte de una mascota (sea un perrito, un gato, un ave, una tortuga, un pájaro y un largo etcétera), nos deja conmocionados por múltiples razones de peso. 

El amor incondicional de un peludito, por ejemplo, es la mejor demostración  de porqué nos duele tanto. 

Un perrito, sin importar el género, es una mascota muy popular, la cual, en la mayoría de los casos, ejecuta en la familia el rol de compañero/a, de amigo/a, aquel que nos brinda seguridad, alegría, amistad y comodidad, incluso.

¿Quién no extraña a quien le provee todas esas emociones positivas y nutritivas juntas?  Por favor, la respuesta es obvia.

Duele tanto que hasta nos deprimimos

Sí, muy cierto. Duele tanto que una persona que acaba de perder a una mascota puede entrar en una fase de negación, de no aceptación, fase que puede durar varios días e incluso, puede acarrear inapetencia, apatía y hasta depresión. ¡Igual que si perdiéramos un familiar!

No es una exageración.  Hemos hablado con algunos psicólogos y veterinarios quienes nos han relatado historias muy tristes de despedidas.

También este dolor es más intenso  en aquellas personas que experimentan  un estado de soledad obligado por circunstancias.

Situación que las ha llevado a escoger a un "compañero/a", el cual llega a sus vidas, para romper esa soledad impuesta o auto-impuesta, generando entre "el amo y su mascota" una relación de amor tipo novela, incondicional.

Igual sucede con aquellas personas que sufren alguna discapacidad y su "mascota" es su guía, su bastón, su soporte, su inspiración, para moverse y hacer aquellas cosas que no podían antes y, en el después, con su compañero, sí pudieron llegar a hacerlo. 

Para estas personas, el dolor es más intenso, es lógico; porque el nivel de conexión afectivo-emocional e incluso de codependencia es muy elevado y, por estas razones, “duele en el alma".  

Esto fue lo que le paso, literalmente, el joven Ivan Chirinos, quien vive en Valencia, Venezuela y nos narro el dolor que sintió  al perder a Pepe, su amado ganso hace 7 años; foto de pepe que nos remitió para que la publicáramos. 

 Para finalizar este escrito, queremos dejar un  mensaje basado en la filosofía estoica, el cual se sustenta en entender y aceptar que la "muerte" existe, y llega en un momento que  quizás se convierta en "inevitable".

Así que: 

¡Ama, cuida, disfruta, dale una buena vida a tu mascota, vivan el ahora juntos y si lo inevitable llega, aceptarlo es mas fácil y sabio,  si estas consciente de que tú, como compañero y como persona, amaste y cuidaste a tu mascota, como es el deber moral.  Amen...así sea.

                                    


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